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domingo, 8 de janeiro de 2012

EL DOURADO



RELACIÓN DE HERNANDO DE RIBERA

En la ciudad de la Ascensión (que es en el rio del Paraguay, de la provincia del Rio de la Plata), á 3 días del raes de marzo, año del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo de 1545 años, en presencia de mi escribano público y testigos de yuso escritos, estando dentro de la iglesia y monasterio de nuestra Señora de la Merced, redención de cativos, pareció presente el capitán Hernando de Ribera, conquistador en esta provine, y dijo: Que por cuanto al tiempo que el señor Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, gobernador y adelantado y capitán general de esta provincia del Río de la Plata por su majestad, estando en el puerto de los Reyes por docta la entró á descubrir en el año pasado de 1543, le envió y fue por su mandado con un bergantín y cierta gente á descubrir por un rio arriba que llaman Igatu, que es un brazo de dos ríos muy grandes, caudalosos, el uno de los cuales se llama Yacareati y el otro Yaiva, según que por relación de los odios naturales bienen por entre las poblaciones de la tierra adentro; y que habiendo llegado á los pueblos de los indios que se llaman los xarayes, por la relación que de ello hubo dejado el bergantín en el puerto á buen recaudo, se entró con cuarenta hombres por la tierra adentro á la ver y descubrir por vista de ojos. E yendo caminando por muchos pueblos de indios, hobo y tomó de los indios naturales de los dichos pueblos y de otros que de más lejos le vinieron á ber y hablar, larga y copiosa relación; la cual el examinó y procuró examinar y particularizar para saber de ellos la verdad, como hombre que sabe la lengua cario, por cuya interpretación y declaración comunicó y platicó con las dichas generaciones y se informó de la dicha tierra; y porque á dicho tiempo él llevó en su compañía á Juan Valderas, escribano de su majestad, el cual escribió y asentó algunas cosas del dicho descubrimiento; pero que la verdad de las cosas, riquezas y poblaciones y diversidades de gentes de la dicha tierra no las quiso decir á dicho Juan Valderas para que las asentase por su mano en la dicha relación, ni clara y abiertamente las supo y entendió, ni él las ha dicho ni declarado, porque al dicho tiempo fué y era su intención de las comunicar y decir al dicho Gobernador, para que luego entrase personalmente á conquistar la tierra, porque así convenía al servicio de Dios y de su majestad; y que habiendo entrado por la tierra ciertas jornadas, por carta, y mandamiento del señor Gobernador se volvió al puerto de los Reyes, y á causa de hallarle enfermo á él y á toda la gente no tuvo lugar de le informar del descubrimiento, y darle la relación que de los naturales había habido; y dónde a pocos días, constreñido por necesidad de la enfermedad porque la gente no se le muriese se vino á esta ciudad y puerto de la Ascensión, en la cual, estando enfermo, donde á pocos días que fue llegado, los oficiales de su majestad le prendieron (como es á todos notorio), por manera que no le pudo manifestar la relación; y porque ágora al presente los oficiales de su majestad van con el señor Gobernador á los reinos de España, y porque podría ser que en él entre tanto á él le sucediese algún caso de muerte ó ausencia, ó ir á otras partes donde no pudiese ser habido, por donde se perdiese la relación y avisos de la entrada y descubrimiento, que su majestad sería muy deservido, y al señor Gobernador le venía mucho daño y pérdida; todo lo cual sería á su culpa y cargo; por tanto, y por el descargo de su conciencia, y por cumplir .con el servicio de Dios y de su majestad, y del señor Gobernador en su nombre, ahora ante mí el escribano quiere hacer y hacía relación del dicho su descubrimiento, para dar aviso á su majestad de él, y de la información y relación que hobo de los indios naturales, y que pedía y requería á raí el dicho escribano la tomase y recibiese; la cual dicha relación hizo en la forma siguiente.
Dijo y declaró el dicho capitán Hernando de Ribera que á 20 días del mes de diciembre del año pasado de 1543 años partió del puerto de los Reyes en el bergantín nombrado el Golondrino, con cincuenta y dos hombres, por mandado del señor Gobernador, y fue navegando por el rio del Igatu, que es brazo de los dichos dos ríos Yacareati y Yaiva; este brazo es muy grande y caudaloso, y á las seis jornadas entró en la madre de estos dos ríos, según relación de los indios naturales por do fue tocando; estos dos ríos señalaron que vienen por la tierra adentro, y este rio, que se dice Yaiva, debe proceder de las sierras de Santa Marta; es rio muy grande y poderoso, mayor que el rio Yacareati; el cual, según las señales que los indios dan, viene de las sierras del Perú, y entre el un rio y el otro hay gran distancia de tierra y pueblos de infinitas gentes (según los naturales dijeron), y vienen á juntarse estos dos ríos Yaiva y Yacareati en tierra de los indios que se dicen perobazaes, y allí se tornan á dividir; y á setenta leguas el rio abajo se tornan á juntar, y habiendo navegado diez y siete jornadas por el dicho rio, pasó por tierra de los indios perobazaes, y llegó á otra tierra que se llaman los indios xarayes, gentes labradores de grandes mantenimientos y criadores de patos y gallinas y otras aves, pesquerías y cazas; gente de razón, y obedezcan á su principal.
Llegado á esta generación de los indios xarayes, estando en un pueblo de ellos de hasta mil casas, adonde su principal se llama Camire, el cual le hizo buen recibimiento, del cual se informó de las poblaciones de la tierra adentro; y por la relación que aquí le dieron, dejando el bergantín con doce hombres de guarda y con una guía que llevó dichos xarayes, pasó adelante y caminó tres jornadas hasta llegar á los pueblos y tierra de una generación de indios que se dicen urtueses, la cual es buena gente y labradores, á la manera de los xarayes; y de aquí fue caminando por tierra toda poblada, hasta ponerse en quince grados menos dos tercios, yendo la vía del oeste.
Estando en estos pueblos de los urtueses y aburuñes, vinieron allí otros muchos indios principales de otros pueblos mas adentro comarcanos á hablar con él y traelle plumas, á manera de las del Perú, y planchas de metal chafalonía; de los cuales se informó, y tuvo plática y aviso de cada uno particularmente de las poblaciones y gentes de adelante; y los dichos indios, en conformidad, sin discrepar, le dijeron que á diez jornadas.de allí, á la banda del oesnoroeste, habitaban y tenían muy grandes pueblos unas mujeres que tenían mucho metal blanco y amarillo, y que los asientos y servicios de sus casas eran todos del dicho metal, y tenían por su principal una mujer de la misma generación y que es gente de guerra y temida de la generación de los indios; y que antes de llegar á la generación de las dichas mujeres estaba una generación de los indios (que es gente muy pequeña); con los cuales y con la generación de estos que le informaron, pelean las dichas mujeres y les hacen guerra, y que en cierto tiempo del año se juntan con estos indios comarcanos y tienen con ellos su comunicación carnal; y si las que quedan preñadas paren hijas, tuénenselas consigo, y los hijos los crían hasta que dejan de mamar, y los envían á sus padres: y de aquella parte de los pueblos de las dichas mujeres había muy grandes poblaciones y gente de indios que confinan con las dichas mujeres, que lo habían dicho sin preguntárselo, á lo que le señalaron esta parte de un lago de agua muy grande; que los indios nombraron la casa del sol; dicen que allí se encierra el sol; por manera que entre las espaldas de Santa Marta y el dicho lago habitan las dichas mujeres, á la banda del oesnoroeste; y que adelante de las poblaciones que están pasados los pueblos de las mujeres, hay otras muy grandes poblaciones de gentes, los cuales son negros y á lo que señalaron, tienen barbas como aguileñas, á manera de moros. Fueron preguntados cómo sabían que eran negros. Dijeron que porque los habían visto sus padres y se lo decían otras generaciones comarcanas á la dicha tierra, y que eran gente que andaban vestidos, y las casas y pueblos las tienen de piedra y tierra, y son muy grandes, y que es gente que poseen mucho metal blanco y amarillo, en tanta cantidad, que no se sirven con otras cosas de vasijas y ollas y tinajas muy grandes y todo lo demás; y preguntó á los dichos indios á qué parte demoraban los pueblos y habitación de la dicha gente negra, y señalaron que demoraban al noroeste, y si querían ir allá, en quince jornadas llegarían á las poblaciones vecinas v comarcanas á los pueblos de los dichos negros; y á lo que le parece, según y la parte donde señaló, los dichos pueblos están en doce grados á la banda del noroeste, entre las sierras de Santa Marta y del Marañón, y que es gente guerrera y pelean con arcos y flechas; asimismo señalaron los dichos indios que del oesnoroeste hasta el noroeste, cuarta al norte, hay otras muchas poblaciones y muy grandes de indios; hay pueblos tan grandes que en un día no pueden atravesar de un cabo á otro, y que toda son gente que posee mucho metal blanco y amarillo, y con ellos se sirven en sus casas, y que toda es gente vestida; y para ir allá podían ir muy presto y todo por tierra muy poblada. Y que asimismo por la banda del oeste había un lago de agua, muy grande, y que no se parecía tierra de la una banda á la otra; y á la ribera del dicho lago había muy grandes poblaciones de gentes vestidas y que poseían mucho metal, y que tenían piedras, de que traían bordadas las ropas, y relumbran mucho; las cuales sacaban los indios del dicho lago, y que tenían muy grandes pueblos, y toda era gente la de las dichas poblaciones labradores y que tenían muy grandes mantenimientos y crían muchos patos y otras aves; y que donde aquí donde se halló podía ir al dicho lago y poblaciones de él, á lo que señalaron, en quince jornadas, todo por tierra poblada, adonde había mucho metal y buenos caminos en abajando las aguas, que á la sazón estaban crecidas, que ellos le llevarían; pero que eran pocos cristianos, y los pueblos por donde habían de pasar eran grandes y de muchas gentes; asimismo dijo y declaró que le dijeron y informaron y señalaron á la banda del oeste, cuarta al sudueste, había muy grandes poblaciones, que tenían las casas de tierra, y que era buena gente; vestida y muy rica, y que tenían mucho metal y criaban mucho ganado de ovejas muy grandes, con las cuales se sirven en sus rozas y labranzas, y las cargan; y les preguntó si las dichas poblaciones de los dichos indios si estaban lejos; y que le respondieron que hasta ir á ellos era toda tierra poblada de muchas gentes, y que en poco tiempo podía llegar á ellas, y entre las dichas poblaciones hay otra gente de cristianos, y había grandes desiertos de arenales y no había agua. Fueron preguntados cómo sabían que había cristianos de aquella banda de las dichas poblaciones, y dijeron que en los tiempos pasados los indios comarcanos de las dichas poblaciones habían oído decir á loa naturales de los dichos pueblos que, yendo los de su generación por los dichos desiertos, habían visto venir mucha gente vestida, blanca, con barbas, y traían unos animales, (según señalaron eran caballos), diciendo que venían en ellos caballeros y que á causa de no haber agua los habían visto volver, y que se habían muerto muchos de ellos; y que los indios de las dichas poblaciones creían que venían la dicha gente de aquella banda de los desiertos: y que asimismo le señalaron que á la banda del oeste, cuarta al sueste, había muy grandes montañas y despoblado, y que los indios lo habían probado á pasar, por la noticia que de ello tenían que había gentes de aquella banda, y que no habían podido pasar, porque se morían de hambre y sed. Fueron preguntados cómo lo sabían los susodichos. Dijeron que entre todos los indios de toda esta tierra se comunicaba y sabían que era muy cierto, porque habían visto y comunicado con ellos, y que habían visto los dichos cristianos y caballos que venían por los dichos desiertos, y que á la caída de las dichas sierras, á la parte del sudoeste, había muy grandes poblaciones y gente rica de mucho metal, y que los indios que decían lo susodicho decían que tenían asimismo noticia que en la otra banda, en el agua salada, andaban navíos muy grandes. Fue preguntado si en las dichas poblaciones hay entre las gentes de ellos principales hombres que los mandan. Dijeron que cada generación y población tiene solamente uno de la misma generación, á quien todos obedezcan; declaró que para saber la verdad de los dichos indios y saber si discrepaban en su declaración, en todo un día y una noche á cada uno por sí les preguntó por diversas vías la dicha declaración; en la cual, tornándola á decir y declarar, sin variar ni discrepar se conformaron.
La cual relación de suso contenida el capitán Hernando de Ribera dijo y declaró haberle tomado y recibido con toda claridad y felicidad y lealtad, y sin engaño, fraude ni cautela; y porque á la dicha su relación se pueda dar y dé toda fé y crédito, y no se pueda poner ni ponga ninguna duda en ello ni en parte de ello, dijo que juraba, y juró por Dios y por Santa María y por las palabras de los santos cuatro Evangelios, donde corporalmente puso su mano derecha en un libro misal, que al presente en sus manos tenia el reverendo padre Francisco González de Paniagua, abierto por parte do estaba escritos los santos Evangelios, y por la señal de la cruz, á tal como esta f, donde asimismo puso su mano derecha, que la relación, según de la forma y manera que la tiene dicha y declarada y de suso se contiene, le fue dada, dicha y denunciada y declarada por los dichos indios principales de la dicha tierra y de otros hombres ancianos, á. los cuales con toda diligencia examinó y interrogó, pura saber de ellos verdad y claridad de las cosas de la tierra adentro; y que habida la dicha relación, asimismo le vinieron á ver otros indios de otros pueblos, principalmente de un pueblo muy grande que se dice Uretabere, y de una jornada de él se volvió; que de todos los dichos indios asimismo tomó aviso, y que todos se conformaron con la dicha relación clara y abiertamente; y so cargo del dicho juramento, declaró que en ello ni en parte de ello hobo ni hay cosa ninguna acrecentada ni fingida, salvo solamente la verdad de todo lo que le fue dicho y informado sin fraude ni cautela. Otrosí dijo y declaró que le informaron los dichos indios que el rio de Yacareati tiene un salto que hace unas grandes sierras, y que lo que dicho tiene es la verdad; y que si así es, Dios le ayude, y si es al contrarío, Dios se lo demande mal y caramente en este mundo al cuerpo, y en el otro al ánima, donde mas ha de dudar. A la confusión del dicho juramento dijo: Sí juro, amen;» y pidió y requirió á mí el dicho escribano se lo diese así por fe y testimonio al dicho señor Gobernador, para en guarda de su derecho; siendo presentes por testigos el dicho reverendo padre Paniagua, Sebastián de Valdivieso, camarero del dicho señor Gobernador, y Gaspar de Hortigosa, y Juan de Hoces, vecinos de la ciudad de Córdoba; los cuales todos lo firmaron así de sus nombres. - Francisco González Paniagua. - Sebastián de Valdivieso. - Juan de Hoces. - Hernando de Ribera. - Gaspar de Hortigosa. - Pasó ante mí. - Pedro Hernández, escribano.

A presente 'Relação' sobre o mito do El Dourado, na Amazônia, é parte do livro publicado por Manuel Domínguez, em 1902. Nesta transcrição, manteve-se a grafia da edição original.

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